Hoy nos toca vivir en un mundo que demanda que seamos flexibles en nuestro pensamiento y aprendizaje, rápidos en las decisiones que tomamos, que podamos hacer múltiples tareas, etc… pero no nos dá herramientas para mantener nuestra humanidad equilibrada en la vorágine a la que nos sobre-adaptamos… y en alguna etapa de nuestra vida colapsamos.
Una manera simple y accesible de minimizar el sufrimiento que esto nos genera, es dedicar un tiempo en la semana a la introspección, a cultivar el silencio y la quietud. Una práctica estable no sólo nos otorga ese beneficio, sino que nos brinda un espacio íntimo para descubrir más sobre nosotros mismos.
El Yoga y la Meditación son disciplinas en sí mismas, pero juntas multiplican sus beneficios: Después de un día de 9 hs. de trabajo, los sentidos estuvieron expuestos a un sinnúmero de estímulos; las emociones son agitadas y la mente racional llega a procesar sólo una parte de todo esto. Mientras tanto el cuerpo físico es castigado por nuestro sedentarismo: largas horas sentados con la espalda encorvada, la vista clavada en el monitor de la computadora, moviendo el mouse con la mano derecha, para citar un ejemplo.
Termina el día, las energías física y mental están desequilibradas y con el tiempo esto perjudica nuestra salud.
Casi todas las actividades físicas ayudan a restablecer el sistema, el Yoga lo hace con propósito de UNION. Esta sutileza hace que lleguemos a la práctica de Meditación con la mitad del camino hecho: el cuerpo fue tonificado, elongado y relajado; somos más concientes de la relación entre mente, respiración y cuerpo, la mente está más suave e introspectiva. Nos sentamos a continuar la práctica de meditación en quietud y a un nivel más profundo.
Om shanti.
La necesidad de una práctica regular y grupal
El Budha Sakyamuni ya lo dijo: uno de los Tesoros con los que contamos es el Sangha, las personas que nos acompañan en nuestra práctica. Es tan importante contar con esta compañía que lo destaca como uno de los 3 refugios para el aventurero del campo espiritual. El principio de interdependencia no se acota a lo biológico, también lo podemos experimentar a niveles más sutiles.
El grupo en meditación irradia una fuerza que nos ayuda a superar o abrazar los obstáculos que se presentan en nuestra vida. Es tan necesaria la práctica personal como la grupal: una apoya a la otra y viceversa.