La meditación tiene todo que ver con la vida cotidiana, aunque nos parezca que las actividades diarias nada tienen de “espiritual”. Algunos nos preguntamos: ¿cómo es que experimenta la vida diaria un Maestro, si no está todo el día sentado meditando?, ¿y cómo hace para no perderse en la vorágine cotidiana? Lo que ellos nos contestan, una y otra vez, es que no son las situaciones exteriores las que perturban la calma, sino los apegos, ilusiones, confusiones, obsesiones, toda esa turbulenta vida interior es la que nos engaña y enreda. Para ir conociendo y ordenarnos interiormente nos proponen realizar una práctica todos los días, por 10, 20 o 30 minutos, por la mañana o la noche, como una manera de mantenernos “despiertos”, flexibilizar la mente y nutrir el alma.

Y para empapar más la vida diaria nos proponen mantener la mente en un estado de atención durante las actividades comunes como hablar, escuchar, caminar, comer, trabajar, manejar, escribir, etc. Como la meditación no es tanto una técnica rígida, sino más bien un estado desde el cual nos conectamos con nosotros y con la vida, puede suceder en cualquier momento, y toma un pequeño cambio de perspectiva y práctica.

Sostener la atención en lo que sea que acontezca en el momento presente, no requiere ninguna postura, lugar, ni situación en particular. Simplemente, en cualquier momento del día, por algunos minutos, podemos predisponernos a mantener la atención en el aquí y ahora, con una mente lúcida, despierta. Soltando el diálogo interior, conceptualización, evaluación, reacción o manipulación; mientras se despliega una suave actitud de ecuanimidad y desapego, desde el lugar del testigo que observa todo lo que sucede. Tal estado de equilibrio interior conduce a una inexplicable serenidad, y hasta la experiencia de unidad de todo lo que existe.

En la vida cotidiana es donde nuestro camino espiritual se pone a prueba, donde nos podemos dar cuenta como están impactando las experiencias interiores y comprensión de las enseñanzas en nuestras relaciones, trabajo, decisiones, etc. Ese, es el camino espiritual de hoy.  Ya no requiere retirarse a una cueva por mucho tiempo como lo fue antaño. La vida espiritual y la vida cotidiana no están separadas: lograr integrarlas es un signo de madurez.

“Vive como meditas”

Adyashanti

Fuente: La experiencia de la Meditación, Lama Surya Das

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