Estoy leyendo y practicando lo que propone Lama Surya Das en su último libro “Make me one with everything”, meditaciones budistas para despertarnos de la ilusión de la separatividad. Y uno de los capítulos me resultó revelador y de una simpleza iluminadora.

Empieza ensalzando la relación padres-hijos, ya que esta ofrece una de las enseñanzas más trascendentes de la vida cotidiana. No quiere que nos desalentemos si los deberes maternos/paternos ocupan todas las horas del día. No tenemos todo el tiempo que queremos para ir a retiros, asistir a talleres, practicar yoga o meditar, pero esto no significa que la vida espiritual esté estancada. En realidad es lo opuesto: la relación íntima y genuina que demandan nuestros hijos, saca lo mejor de nosotros. Amorosamente ellos nos obligan a trascender nuestro ego con sus limitaciones y mecanismos de defensa.

Cuando las mujeres madres, profesionales, amas de casa le preguntan al Lama, cómo incluir en su ocupada agenda una práctica de meditación regular, él propone la “Inter-meditación”: practicar la meditación con algo o alguien, compartiendo la espiritualidad más allá de lo que nos separa del otro.

Un ejercicio de inter-meditación para practicar

Con tu hijo ya dormido en su camita o en tus brazos, acomoda tu cuerpo de forma que se pueda relajar y mantenerte despierto. 
Cierra los ojos, y deja ir las tensiones y la lista de tareas de mañana, los pendientes y el stress del día. 
Respira lento y concientemente. 
Relájate. 
Respira.
Mantén por unos momentos la atención en tu respiración, en las sensaciones físicas que produce. Inhala profundamente y relájate, permite que tu corazón se expanda y se despliegue naturalmente, como un loto floreciendo bajo la cálida luz de la atención.
Ahora posa tus ojos en el pecho de tu hijo dormido, y mantén tu atención en su respiración.
Inhala todo el amor que hay entre ustedes.
Exhala y deja que ese sentimiento se expanda
Mira su pecho elevarse y descender con cada preciosa respiración que tu pequeño realiza
Respira con él, entretejiendo sus alientos.
Permanece en estado de atención por unos minutos.
Con un beso en su tierna frente, cierra tu práctica, y continúa en ese estado de amorosa atención hasta irte a dormir.

Una vez que con la práctica regular el estado se empieza a arraigar en tu conciencia, ejercítate en  mantener esa amorosa atención cuando ellos estén despiertos, en sus actividades regulares.

Existen estudios científicos que explican por qué este tipo de práctica de a dos, facilita mantener un estado de atención. Rollin McCraty, del Instituto HeartMath, demostró que el ritmo y el pulso cardíaco de las personas que están cerca, se influencian unas a otras. El corazón genera un campo electromagnético más fuerte que cualquier otro órgano, incluso más fuerte que el cerebro. McCraty explica que el corazón tiene su propio sistema nervioso, y que  envía más información neurológica al cerebro, que viceversa.

Según el instituto de HeartMath, del cual McCraty es el director de investigaciones: “En un estudio se detectó cierta correlación entre las ondas cerebrales (EEG) de la madre, y los latidos del corazón (ECG) del bebe, sin necesidad de que ambos estén en contacto físico. Pero cuando la madre focalizó su atención en el bebé, sus ondas cerebrales se sincronizaron rápidamente con los latidos del bebé.”

Piensa en un bebé llorando. ¿Cómo lo sostenemos?: ¿En la falda, y sentado mirando hacia afuera? Casi nunca. Lo alzamos y lo acercamos de frente a nosotros, pecho con pecho, corazón con corazón. De la misma manera cuando queremos consolar a alguien, lo hacemos de la misma forma. Es como una resucitación espiritual instintiva corazón a corazón.

Desde los pañales hasta la graduación, la intermeditación nos puede ayudar a ser mejores padres. Pero una experiencia es sentir la dicha y la conexión espiritual al arrullar a un bebé, y otra una conversación con un adolescente huraño. La práctica también nos ayuda en esta situación. Cuando intermeditamos nos comprometemos a estar plenamente presentes con nuestros hijos, sobrinos, nietos, etc. En momentos de tensión o apuro, podemos parar y respirar con ellos: inhalar y abrirnos a la situación, exhalar y soltarnos. Así les damos un espacio amplio de pura presencia y una visión clara para que estén conectados con nosotros y viceversa, en cualquier momento y situación.

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