Como la meditación no es una técnica, sino una forma de ser con uno mismo y con la vida, puede suceder en cualquier momento, sólo toma un pequeño movimiento interior. El término sánscrito que indica “meditación” es dhyana (que es también la raíz de la palabra japonesa zen), y más que a un “hacer”, se refiere a un “estado” de la conciencia. El primer paso es calmar la actividad de la mente, pero luego es necesario ir más profundo: cuando el movimiento frenético de los pensamientos se va armonizando, es posible ver las cosas tal cual son con mayor claridad. Sucede un encuentro con la realidad, más despojada de la fantasía que le sobreponemos, y reconocemos qué es real y qué es fantasía. También puede devenir la experiencia más profunda de la meditación, en la cual el observador y lo observado se funden en la Unidad.
Arjuna Ardagh, enseña 4 meditaciones simples y efectivas, para despejar la mente y entrar en la magia del momento presente. Se pueden sumar a la práctica que ya tengas o pueden ser tu práctica diaria. Recuerda que la meditación es ser conciente de vos mismo y de la realidad tal cual se presenta. Al integrarlas a lo largo del día, te regalas unos minutos de claridad contamplativa y dulzura que te sacan del encierro en la ansiedad y el apuro, y permiten que el refrescante aire de la presencia conciente y la ecuanimidad, te expanda. Cualquier momento del día puede transformarse en un trampolín hacia el océano de la presencia viva que siempre está allí, justo debajo de la superficie de las olas de tu mente. Y al mismo tiempo, cuanto más volvemos a conectar con ese océano, más revela su vastedad, en un proceso infinito.
EJERCICIO 1: EXPANDIR LA VISIÓN PERIFÉRICA.
En medio de tu ajetreado día, toma una pausa.
Siéntate tranquilo con tus ojos abiertos.
Mira algún objeto enfrente tuyo, con los ojos bien relajados.
Inhalando profundo, empieza a expandir tu visión… incluyendo lo que está inmediatamente a la derecha y a la izquierda del objeto.
Con la exhalación, relájate y quédate dentro tuyo.
Toma otra inhalación, y sin mover los ojos ni la cabeza, expande tu visión un poco más… incluyendo todo lo que está enfrente tuyo, en un campo de 90°.
Exhala y ve más profundo en tu interior.
Los ojos permanecen bien relajados, la frente y el entrecejo también.
Relaja la mandíbula y la lengua. Separa bien los hombros de las orejas.
Toma otra inhalación e incluye la totalidad de tu campo de visión.
Tu atención está igualmente distribuida entre lo que está enfrente y alrededor, en la periferia.
Expande más tu visión, incluyendo objetos que están encima tuyo.
Expande tu visión más allá de lo que tus ojos puedan alcanzar.
Con la exhalación, manteniendo esta mirada expandida, relájate completamente en el Ser que todo lo ve.
Mantente así, respirando suavemente, por unos minutos.
Siente el misterio de tu propia esencia, y quédate saboreándola.
Esto nos da experiencia que la atención toma varios estados. Puede estar expandida, alerta, concentrada, etc. Nosotros casi siempre estamos como un gato mirando un ratón: listo para saltar. Generalmente estamos haciendo malabarismos con el tiempo, criando hijos, trabajando en la oficina, con nuestra atención distribuida entre vencimientos que hay que cumplir, llamados telefónicos que hacer, mails que responder, noticias que conocer: parece imposible atender todo al mismo tiempo. Se necesita estar enfocado para terminar todo, y no hay tiempo para desconectarse. Este es nuestro estado habitual: listo para actuar, músculos y nervios tensos, anticipando la necesidad de hacer un movimiento. Cuando la atención está enfocada de esta forma, somos más precisos: un instrumento humano para la acción. Pero también necesitamos la otra modalidad de ser humano: la presencia. Nos enfrentamos a la falsa dicotomía de ser o hacer.
La atención también puede ser expansiva, extenderse equitativamente sobre el rango de nuestra percepción sensorial. Así todo puede relajarse: cuerpo, pensamientos, sentimientos, y estamos más presentes. Ahora podes percibir el bosque en lugar de contar los árboles con ansiedad mientras corres apurado hacia el futuro.
Como estas más acostumbrado a enfocarte, te puede parecer que un estado más expansivo de la conciencia está fuera de tu alcance. Se lo atribuimos a otras personas: un maestro, el autor de un libro espiritual, hasta a un personaje histórico, pero nunca a nosotros. Hasta nos proyectamos con una conciencia más expansiva en el futuro, diciéndonos “cuando me ilumine, todo será diferente” Pero no es necesario hacer esa elección. Podés cambiar hacia una perspectiva más abierta en cualquier momento, por algunos minutos, y luego volver a los hábitos de la vida diaria. Trata de usar esta práctica seguido a lo largo del día.
En los próximos post compartiremos más mini meditaciones. Contanos cómo te fue con esta.
Fuente: Leap before you look, por Arjuna Ardagh